Juan Luna a Pacita Abad: un arco de color filipino
Color y contexto: del archipiélago al mundo
La pintura filipina ha construido su identidad entre dos tensiones: el legado académico heredado de España e Italia y la sensualidad cromática de un paisaje tropical y mestizo. De Manila a París, Roma o San Francisco, los artistas del archipiélago han usado el color como vía para narrar pertenencias, afectos y conflictos. En la galería de arte en Madrid Galería Eliche nos interesa ese arco cromático —de la sobriedad histórica al estallido contemporáneo— porque revela cómo una tradición dialoga con públicos globales sin perder su raíz.
Dos artistas, dos gramáticas del color
Juan Luna (1857–1899): formado entre Manila, Madrid y Roma, encarnó el triunfo del academicismo decimonónico filipino. Su color opera como arquitectura emocional: tonos ocres, verdes apagados y luces contenidas que enfatizan psicología y atmósfera más que exhibición cromática. Le interesan las transiciones suaves, la modulación de la luz y la tensión entre interior y exterior.
Pacita Abad (1946–2004): desde la diáspora, radicalizó el color hasta convertirlo en materia táctil. Con su técnica trapunto, acolchó superficies con telas, cuentas y bordados, desplegando una paleta exuberante que celebra la mezcla cultural. Sus composiciones híbridas —entre pintura, textil y objeto— relatan migraciones, fronteras y resiliencias con ritmos cercanos al patchwork y al arte popular del Sudeste Asiático.
Obra clave: Tampuhan (1895), Juan Luna
Ambientada en un bahay na bato con ventanales de capiz, Tampuhan representa a una pareja ofendida que evita la mirada del otro. La escena, íntima y silenciosa, se sostiene en una paleta atemperada: tierras, verdes oliva y amarillos ahumados que filtran la luz tropical. El color aquí no grita: susurra estados de ánimo —dignidad herida, distancia, deseo contenido— y confirma la maestría de Luna para convertir la narrativa en atmósfera. Elegir esta obra como eje visual permite comprender el primer tramo del arco cromático filipino: sobriedad psicológica frente a exuberancia decorativa. En diálogo con la energía de Abad, el recorrido propone un tránsito del claroscuro afectivo a la sinfonía textil del presente, perfecto para una exposición de arte en Madrid.

Claves de lectura para el visitante
Color como identidad: del control tonal académico a la saturación multicultural, el color cuenta procesos históricos y biográficos.
Materia y técnica: óleo de veladuras frente a acolchados, cuentas y telas; dos modos de producir volumen y afecto.
Diálogo transoceánico: la circulación entre Manila, Madrid, París o Estados Unidos configura miradas cruzadas que hoy siguen activas en artistas de la diáspora.
Eliche: de Manila a Madrid
Nuestra línea curatorial conecta arte filipino contemporáneo en Madrid con tradiciones ibéricas e intercambios transpacíficos. Hemos presentado piezas que exploran luz húmeda, textil expandido y memoria migrante, generando puentes entre el público madrileño y escenas del Sudeste Asiático. Si te interesa articular este arco de color filipino en sala, diseñamos contenidos de mediación, itinerarios y experiencias para grupos y colecciones.
Visítanos
Te invitamos a visitar la Galería Eliche, galería de arte en Madrid en el corazón del barrio de Las Letras. Agenda una visita guiada o escríbenos para conocer artistas y obras afines a este diálogo entre Juan Luna y Pacita Abad. Construyamos juntos un puente cromático de Manila a Madrid.